miércoles, 27 de mayo de 2020

De Clara Campoamor a Cayetana Álvarez de Toledo




El Congreso de los Diputados es el reflejo más fiel de la sociedad en la que vivimos, la pérdida de calidad de nuestros políticos es aplastante. Se supone que una educación universitaria aporta unos conocimientos y un status moral y educacional. Pero no es así. Cada vez nuestros políticos tienen más títulos y están mejor formados, objetivamente, sin embargo, el discurso político es más pobre y menos digno. Sin duda, los nuevos canales de comunicación influyen mucho en esto. Los políticos intentan llegar a todos los ciudadanos y en consecuencia su dialéctica se está desprestigiando. Por otro lado, las redes sociales invitan a este tipo de mensaje frívolo y grosero.

Miremos si no el tenso rifirrafe en la sesión de control de hoy al Gobierno, cuando la portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo le ha dicho al vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, que es el hijo de un  terrorista. Esta señora es uno de los mejores ejemplos de que la clase no está incluida en un título nobiliario, es más bien la realidad indigna de una oposición aprovechada y degradada que sólo busca alboroto, vocerío, confusión y altercado.

Se ha futilizado tanto el discurso político, que se hace infame, tonto y vergonzoso. Pero, ¿banaliza la palabra el político actual para hacerse un hueco en el debate público o reside en el debate público esa banalidad? Qué más da cómo se mire, la verdad es que se ha simplificando tanto la política que pierde la carga de representación digna que se le presupone. Importa más la audiciencia y la crítica rastrera que la democracia en sí, y esa audiciencia es lo que busca este tipo de político mediocre sin propuestas.

Es una crisis de partidos. La gente cambia de candidato de una elección a otra y los partidos no entienden ya al electorado, pues es volátil y no saben cómo adaptarse a él. Pero es lógico ese desapego ciudadano, su desinterés viene de la corrupción. Es vergonzoso ver cómo un político copia una tesis doctoral, se saca su carrera y su master por la cara y no por por su esfuerzo, o se lleva el dinero de todos alegremente a su casa. Es intolerable. Y todos tenemos responsabilidad en el descrédito de las instituciones, somos, como pueblo, responsables de lo que estos rufianes hagan.

Urge acabar con estos cargos adulterados que se reparten los bienes públicos, Si queremos  recuperar la confianza y avanzar hacia mejores tiempos hay que exigir. Contra la mediocridad en los cargos públicos debemos reclamar a los partidos que dejen de ser  agencias de colocación de los ministerios y las empresas públicas. La política es servicio público, no una garantía de un futuro mejor.

1 comentario:

  1. Hasta los suyos levantan voces críticas contra la portavoz, y admiten que no les gustó la decisión de Casado de colocar a Álvarez de Toledo en este puesto. Y es que esta mujer no aporta más que malestar con sus insultos y su estilo bronco e irrespetuoso.

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