lunes, 12 de abril de 2021

Ciberamor



El proceso prácticamente es el mismo siempre. Entras al sitio, elaboras un perfil, miras las fotos y lees las presentaciones que las acompañan, andas un rato por allí y alguien se fija en ti. O tú en alguien. Llegan las conversaciones, después las llamadas telefónicas y, si eres valiente, algún encuentro.

Matilda (el nombre es ficticio) tiene 53 años y hace algunos meses utiliza la red, en principio solo para charlar y pasar un rato agradable. Aunque..., hay un problema: Mide 1,30 m., es muy pequeña. Tiene acondroplasia, es de nacimiento y afecta a las extremidades con huesos de forma que no pueden crecer bien. Matilda está siempre rodeada de amigas pero, con los hombres, la cosa cambia.

Matilda le está sacando partido al invento del siglo. Y, como ella, cada vez más gente que descubre internet como un excelente lugar para empezar nuevos amores.

Matilda sabe mucho de ligues a ciegas. Con la pandemia, reencontró a un chico con el que hacía tiempo que no hablaba. Él estaba un poco hecho polvo, igual que Matilda, y sus conversaciones fueron derivando hacia una relación más intensa. Unas semanas más tarde, él le propuso conocerse, ella sintió miedo, porque se veía fea. Por eso le sugirió que se encontraran en una habitación de hotel, a oscuras. Y quedaron, y se encontraron, y se conocieron de todas las formas posibles..., excepto por la vista. En este caso todo salió bien, pues él padecía el mismo mal, solo tenía cinco centímetros más que ella. Así que formaron pareja, y que yo sepa hasta día de hoy. Planean una boda en cuanto pase todo esto del Covid. 

Internet puede dar mucho juego a la imaginación, lo que pasa es que a veces ese juego de imaginar está sujeto de antemano a un puñado de mentiras bien hiladas por uno o por los dos interesados. No obstante si todo es verdad, te puedes hacer una idea previa de cómo es el que está al otro lado, de su forma de pensar, de la forma de tratar a la gente, de su educación, de si tiene faltas de ortografía o no..., aunque, al final, escribes tan rápido que ya te saltas los puntos y las comas. Eso también es cierto.

Muchos dicen que la vida que llevamos de estrés y prisas es la culpable de que los chats de citas sean el mejor lugar para empezar una relación. Lo corroboran las muchísimas historias que la gente suele contar, otra cosa es que sean ciertas...

Pero, ¿por qué internet está reemplazando tan rápidamente a los bares, las librerías e incluso los grandes centros comerciales como lugares para conocer gente? Se han escrito muchos libros y novelas sobre el tema, desde aquel "Men are from Mars, Women are from Venus", han aparecido novelas como, "As Francesca", de Martha Baer, o "Chat", de Nan McCarthy, donde se describen siempre romances "online". Hay incluso una película, la japonesa "Haru", donde dos personas se conocen en un fórum electrónico sobre cine. Hoshi, la chica, salta de un trabajo a otro. Haru, el chico, vende sopa para supermercados. Sus vidas se van mostrando gradualmente, se revelan detalles el uno a la otra en sus cartas electrónicas. ¡Ah! Y no dejemos de lado uno de los cuentos del libro "Crystal Express", de Bruce Sterling. "La dolorosamente simple Red local filtraba las emociones humanas para convertirlas en un simple canal de palabras impresas, dejando sólo una elevada esencia platónica. Su relación se había convertido en un romance clásico, desapasionado, espiritual en su sentido más intenso y peligroso. Los seres humanos no estaban hechos para vivir tales roles". Así lo expresa Sterling.

La intimidad y las precauciones de seguridad destacan fuertemente en las relaciones virtuales. "Men are from cyberspace" advierte que "las personas que conoces online son extrañas" por lo que recomienda que las citas se hagan en lugares públicos. Es decir, que en la primera cita, es mejor quedar para tomar un café; así, si no estás bien, puedes irte con la excusa de que tienes trabajo, por ejemplo. La prudencia es norma esencial. No dar el número de teléfono, no creer todo lo que se lee, tal vez Mariano sea Marianela, y otra cosa importante es restringir el acceso a la propia vida privada. Al margen de esto, por qué no, disfruten del ciberamor, a veces todo es real.




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