miércoles, 27 de mayo de 2020

El FRAP



El Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) fue una organización de orientación ideológica antifascista, creada en 1973 contra el régimen franquista por el Partido Comunista, y sí, hizo uso de la violencia contra la dictadura de Franco con el propósito de crear un movimiento popular en España.

Convocaron manifestaciones, huelgas y asambleas, también actos violentos como el lanzamiento de cócteles molotov a sucursales bancaria y agresiones a franquistas. La primera víctima mortal de esta organización se produjo el 1 de mayo de 1973, en la manifestación del 1 de mayo; un policía murió acuchillado.

Pero de ahí, a escuchar en el Congreso, a la señora marquesa Cayetana Álvarez de Toledo, acusar de terrorista y asesino a Francisco Javier Iglesias, hay un abismo. El padre del Vicepresidente segundo, fue acusado en 1973 de repartir propaganda durante el 1 de mayo. El informe de la detención del padre de Iglesias no recoge ninguna acusación sobre ningún  incidente violento. El exministro y presidente del Congreso José Bono reconoció que defendió la inocencia durante la dictadura franquista a Francisco Javier Iglesias frente al Tribunal de Orden Público.

Por otro lado, ya el eurodiputado de Vox Hermann Tertsch, voceras de los bulos más putrefactos de esta ultraderecha rancia, ya fue condenado a pagar 15.000 euros al padre de Pablo Iglesias por vincularlo con un asesinato en 1973.

Todo esto nace de la inmoralidad de esta derecha española y sus dirigentes en particular. Estos hechos son solo signos de su inmoral identidad. Lo peor es que va en aumento. Estamos viviendo cosas que espantarían hasta al mismo monstruo de Frankenstein. Estos retrógrados, herederos de señoritos como aquellos de la famosa novela "Los Santos Inocentes", juegan al despiste, solo para seguir riéndose de sus víctimas. La falta de escrúpulos que están mostrando supera, incluso, a su estirpe perversa franquista.

De Clara Campoamor a Cayetana Álvarez de Toledo




El Congreso de los Diputados es el reflejo más fiel de la sociedad en la que vivimos, la pérdida de calidad de nuestros políticos es aplastante. Se supone que una educación universitaria aporta unos conocimientos y un status moral y educacional. Pero no es así. Cada vez nuestros políticos tienen más títulos y están mejor formados, objetivamente, sin embargo, el discurso político es más pobre y menos digno. Sin duda, los nuevos canales de comunicación influyen mucho en esto. Los políticos intentan llegar a todos los ciudadanos y en consecuencia su dialéctica se está desprestigiando. Por otro lado, las redes sociales invitan a este tipo de mensaje frívolo y grosero.

Miremos si no el tenso rifirrafe en la sesión de control de hoy al Gobierno, cuando la portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo le ha dicho al vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, que es el hijo de un  terrorista. Esta señora es uno de los mejores ejemplos de que la clase no está incluida en un título nobiliario, es más bien la realidad indigna de una oposición aprovechada y degradada que sólo busca alboroto, vocerío, confusión y altercado.

Se ha futilizado tanto el discurso político, que se hace infame, tonto y vergonzoso. Pero, ¿banaliza la palabra el político actual para hacerse un hueco en el debate público o reside en el debate público esa banalidad? Qué más da cómo se mire, la verdad es que se ha simplificando tanto la política que pierde la carga de representación digna que se le presupone. Importa más la audiciencia y la crítica rastrera que la democracia en sí, y esa audiciencia es lo que busca este tipo de político mediocre sin propuestas.

Es una crisis de partidos. La gente cambia de candidato de una elección a otra y los partidos no entienden ya al electorado, pues es volátil y no saben cómo adaptarse a él. Pero es lógico ese desapego ciudadano, su desinterés viene de la corrupción. Es vergonzoso ver cómo un político copia una tesis doctoral, se saca su carrera y su master por la cara y no por por su esfuerzo, o se lleva el dinero de todos alegremente a su casa. Es intolerable. Y todos tenemos responsabilidad en el descrédito de las instituciones, somos, como pueblo, responsables de lo que estos rufianes hagan.

Urge acabar con estos cargos adulterados que se reparten los bienes públicos, Si queremos  recuperar la confianza y avanzar hacia mejores tiempos hay que exigir. Contra la mediocridad en los cargos públicos debemos reclamar a los partidos que dejen de ser  agencias de colocación de los ministerios y las empresas públicas. La política es servicio público, no una garantía de un futuro mejor.

lunes, 25 de mayo de 2020

Cacerolear, vale, pero con respeto y responsabilidad


Es incomprensible la falta de respeto y la intolerancia de esos caciques de las cacerolas, hay barrios en los que, a las seis o a las siete de la tarde salen a los balcones y ventanas a manifestarse, y ojo, legítimanete, están en su derecho, pero después, a las ocho, cuando otros salen a aplaudir, ellos vuelven con sus cacerolas hasta que tapan los aplausos. Y eso es intolerancia, además cada semana celebran varias y en distintos horarios, pero parece que no les es suficiente.
Estas derechas nostálgicas del pasado quieren hacernos creer que esto es cosa de gente sencilla y trabajadora. Fariseos, mentirosos, saben de sobra que la gente corriente no se puede permitir el lujo de aporrear sartenes, están más preocupados por encontrar una manera accesible para intentar llegar a fin de mes.
Lo peor es que esas caceroladas terminan en escraches en muchas ocasiones. Como el que hicieron en Galapagar frente al chalet de Pablo Iglesias. Los escraches son legales, pero  lo que no es legal son amenazas expresas como “si sales de casa te abrimos la cabeza”. Una cosa es cacerolear y otra intimidar con retos y desafíos.
Desde que apareció vox, la proliferación de ultraderechistas melancólicos del franquismo, se ha convertido en un hecho triste en España, no solo por la insolencia de tildar a la izquierda de "progres",  "narcocomunistas",  "bolivarianos", o "gentucistas", entre otros vocablos descabellados e incongruentes propios de mentes putrefactas y ulceradas, sino porque han intentado permear en la sociedad apropiándose además de símbolos que nada tienen que ver con ellos. Es deleznable la instrumentalización que hacen de ello estos energúmenos. La política es otra cosa, y no legitimar escándalos, potenciar corrupciones o la búsqueda constante de votos, la política es responsabilidad, es representación, es interés por los asuntos generales de la sociedad, pero nunca agitar el monigote del “orgullo nacional” y el pundonor por los símbolos identitarios. No obstante, estos catecúmenos de Aznar tienen la lección bien aprendida. Ya a principios de los noventa, nos hablaba este dechado de ignorancia de la “balcanización de España” y del riesgo de ruptura de nuestra nación haciendo uso de esos símbolos que poco a poco se han ido apropiando con desvergüenza, como si los de izquierdas, por no ser reaccionarios totalitarios no quisieramos a nuestra tierra y a nuestros compatriotas más y mejor que ellos...
“Esto es impresionante, una fista. Lo más parecido que yo vi es cuando ganamos la Copa del Mundo. Gente por las calles, expresando con toda alegría su derecho a protestar con banderas de España, sin un sólo incidente feo. Esto es una maravilla, realmente es increíble”. Estas son las palabras de un merluzo, un botarate, un irreflexivo, insensato e imprudente, que no respeta a las miles de víctimas que esta pandemia ha provocado. Ni a los miles de parados que hacen cola en los bancos de alimentos para 

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