miércoles, 19 de septiembre de 2018

El franquismo post Franco




El Valle de los Caídos es un conjunto monumental construido entre 1940 y 1958 por prisioneros republicanos capturados durante la guerra civil española (1936-1939). En este lugar se conmemora la guerra civil española y se exalta el franquismo y la figura del dictador. Y todos seguimos pagando el mantenimiento de este lugar reminiscente de una época vituperable de nuestra historia. Es una fosa común con 33.833 muertos enterrados allí, en la que más de 20.000 son obreros republicanos.
El Gobierno de José María Aznar. Mentor del hoy presidente del Partido Popular Pablo Casado, dio a la Fundación Francisco Franco ayudas publicas por valor de 150.841 euros, esto supone unos 40.000 euros al año. La Fundación Francisco Franco es una institución privada con claros objetivos deplorables como difundir la memoria y la obra del deleznable dictador.
Las víctimas del fascismo y los represaliados por el terrorismo de Estado, aún a día de hoy, no han sido reconocidos y rehabilitados; siguen siendo considerados como bandidos y terroristas. Aquellos cuyos actos sólo consistían en la lucha pacífica contra el fascismo, los muertos, heridos, los verdaderos damnificados por la represión y la venganza, los mártires, los perjudicados por un régimen brutal, no tienen un monumento donde recordar su hazaña. Ser demócrata no está bien visto en este país.
Es inadmisible que no haya ahora mismo libertad de expresión, sino delitos calificados como apología del terrorismo por tener unas ideas diferentes que conducen a una censura real de los derechos civiles. Hasta se miran con lupa las letras de las canciones y se condena a los cantantes a cárcel.
Y es que hay dos instituciones intocables, la monarquía y el ejército. Los jueces consideran como delito incluso la quema de las fotos del rey, y las críticas al Jefe del Estado son definidas como delito de injurias por el que ya han sido condenados algunos periodistas o, incluso ciudadanos corrientes. La Audiencia Nacional ha condenado por delitos contra la Corona al grupo musical “Ardor de estómago”, y ha impuesto al intérprete mallorquín Valtònyc tres años y seis meses de prisión por enaltecimiento del terrorismo y calumnias e injurias a la Corona.
La España ultraderechista siempre ha estado ahí, y seguirá estándolo. Patriotas, como ellos se definen, un ambage lingüístico, un puro invento de las clases poderosas para que el pueblo defienda los intereses de estos caciques principales.
Este franquismo post Franco, más de cuarenta años después de la muerte del dictador sigue sufriendo escalofríos ante conceptos necesarios como la Ley de Memoria Histórica, la justicia o la verdad.
Existe un interés viciado por presentar al PP de Pablo Casado como el innovador de una nueva política única entre el centro derecha y la derecha más conservadora, que apuntala la unidad y la identidad nacionales tan deterioradas hoy según sus argumentos. En esta empresa grotesca resulta esencial diferenciar su política del fascismo, algo que él se esfuerza en ocultar, aunque sin éxito, pues cada vez que habla expande la simple y burda imitación de esa política radical desgastada de la vieja escuela nacional española más tradicionalista.

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