sábado, 22 de septiembre de 2018

Eloísa y Abelardo



Entre los enamorados, ya no solamente había deseo carnal, sino que había un completo entendimiento espiritual, como dirían los griegos, el eros se había juntado con el origen, con la causa, con la razón. Sin embargo, la furia del tío los obligo a separarse. Cuando Eloísa se sabe embarazada, Abelardo va por ella, la rapta, la lleva a vivir con él, y tienen a su hijo.
Sin embargo, tan nobles espíritus no podían vivir la vida como fugitivos. Abelardo se enfrenta al tío, y con sus grandes dotes argumentativas, lo apacigua ofreciendo un honroso matrimonio con la joven.
Es aquí cuando Eloísa muestra toda la grandeza de su espíritu y la inmensidad de su amor. Rechaza el matrimonio. La situación es absolutamente complicada. El matrimonio sería equivalente a que Abelardo perdiera toda la fama y el respeto del que gozaba. No podía ser jefe de familia, y al mismo tiempo dedicarse a la filosofía, y Eloísa lo sabía.
<<Abelardo es un tesoro que el mundo reclama>> piensa Eloísa y ella debe dejárselo al mundo. Los cónyuges tienen unos deberes el uno para con el otro, y la idea de que Abelardo pueda sufrir alguna restricción a su libertad le resulta a Eloísa insoportable.
Abelardo y Eloísa se casan en secreto, para así no afectar el nombre de Abelardo. Dejan a su hijo al cuidado de la hermana de Abelardo, y se van a París. La venganza de Fulberto es hacer publico el matrimonio. Para desmentirlo Eloísa se va a un convento, y ambos niegan el matrimonio. Fulberto absolutamente exasperado comete la más cruel acción. Amputar a Abelardo aquellas partes de su cuerpo con las que había cometido el mal que Fulberto no perdonaba
He aquí que el mayor filósofo de su tiempo, ya no es más que un castrado. La venganza de Fulberto fue letal; pues lo humilló públicamente de la peor manera imaginable. Le arranco su hombría, su orgullo.
Eloísa, por indicación de Abelardo, siguió en el convento, y este pudo haber sido el final de aquella pasión. Un final dramático y doloroso de una breve pasión. Sin embargo, estos dos amantes no eran personas corrientes, eran espíritus elevados. Su amor, no se limitaba al cuerpo, a lo carnal, su amor traspasaba todo entendimiento. Y es así como su historia de amor, crece, se engrandece y se convierte en el mas claro ejemplo del amor auténtico.

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