Son muchos
los que creen que el celibato puede actuar potenciando el riesgo de
pederastia en curas incapaces de reprimir sus deseos sexuales, y que
por vergüenza son incapaces de exponer sus deseos a un adulto. Por
ello, esos curas reprimidos, lúbricos y cobardes elegirán saciar
sus necesidades sexuales con víctimas infantiles a las que pueden
atemorizar fácilmente. Tal vez haya algo de verdad en esto, pero el
celibato no es el único motivo por el cual la pederastia arraiga con
tanta facilidad en la Iglesia.
Un
pederasta, por lo general, es una persona integrada
en la sociedad,
la mayor parte de pederastas no tienen rasgos que los diferencien del
resto, al igual que ocurre con otras conductas adictivo-compulsivas.
El pederasta actúa como un depredador y por ello escoge el terreno
más adecuado para la caza, y el mejor disfraz posible para un
perfecto camuflaje. Sabe que en la Iglesia se dan de facto
condiciones de camuflaje y de impunidad por las razones de
encubrimiento.
La
mayor parte de abusadores carecen de empatía, de lo contrario, no se
atreverían a dar el paso a la agresión sexual. En la mayoría de
casos, viven una disonancia
cognitiva que les sirve para excusar su comportamiento.
No se consideran criminales, sino que se eximen de culpa a través de
autojustificaciones como <<en realidad le gusta>>, <<no
me ha dicho que no>>, <<será sólo una vez>>, <<le
pasa a muchos niños y no ocurre nada>>. Es una manera de
evitar que les afecte y, por lo tanto, seguir haciéndolo.
Y mientras
tanto la Iglesia siempre obtiene la absolución social sin verdadero
propósito de enmienda. El Papa pide perdón con la boca pequeña y
aplica siempre la más leve de las penitencias, porque otra cosa
afearía su imagen siempre inmaculada.
Se creen por encima de la ley de
los hombres y se acogen a la ley de un infundado Dios todo poderoso
que permite todo esto y nunca interviene en nada.
Hasta la propia sociedad, aún avergonzada de los pecados de la Iglesia, se conforma con unas declaraciones de arrepentimiento que tienen más de embeleco que de verdadero arrepentimiento.
Nos
aseguran que los pedófilos son una minoría en el seno de la
Iglesia, nunca conoceremos los verdaderos números, tal vez lo sean,
quizás sean una minoría, pero estamos viendo que sus encubridores
son muchos más.
Lo cierto es que las inocentes
víctimas sufrirán un daño emocional que les marcará de por vida.
Ellos sí que conocieron la verdad de ese infierno por el que pasaron
y que se llama Iglesia.
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