viernes, 17 de agosto de 2018

El hábito no hace al monje, pero oculta al monstruo



Son muchos los que creen que el celibato puede actuar potenciando el riesgo de pederastia en curas incapaces de reprimir sus deseos sexuales, y que por vergüenza son incapaces de exponer sus deseos a un adulto. Por ello, esos curas reprimidos, lúbricos y cobardes elegirán saciar sus necesidades sexuales con víctimas infantiles a las que pueden atemorizar fácilmente. Tal vez haya algo de verdad en esto, pero el celibato no es el único motivo por el cual la pederastia arraiga con tanta facilidad en la Iglesia.
Un pederasta, por lo general, es una persona integrada en la sociedad, la mayor parte de pederastas no tienen rasgos que los diferencien del resto, al igual que ocurre con otras conductas adictivo-compulsivas. El pederasta actúa como un depredador y por ello escoge el terreno más adecuado para la caza, y el mejor disfraz posible para un perfecto camuflaje. Sabe que en la Iglesia se dan de facto condiciones de camuflaje y de impunidad por las razones de encubrimiento.
La mayor parte de abusadores carecen de empatía, de lo contrario, no se atreverían a dar el paso a la agresión sexual. En la mayoría de casos, viven una disonancia cognitiva que les sirve para excusar su comportamiento. No se consideran criminales, sino que se eximen de culpa a través de autojustificaciones como <<en realidad le gusta>>, <<no me ha dicho que no>>, <<será sólo una vez>>, <<le pasa a muchos niños y no ocurre nada>>. Es una manera de evitar que les afecte y, por lo tanto, seguir haciéndolo.
Y mientras tanto la Iglesia siempre obtiene la absolución social sin verdadero propósito de enmienda. El Papa pide perdón con la boca pequeña y aplica siempre la más leve de las penitencias, porque otra cosa afearía su imagen siempre inmaculada.
Se creen por encima de la ley de los hombres y se acogen a la ley de un infundado Dios todo poderoso que permite todo esto y nunca interviene en nada.
Hasta la propia sociedad, aún avergonzada de los pecados de la Iglesia, se conforma con unas declaraciones de arrepentimiento que tienen más de embeleco que de verdadero arrepentimiento.
Nos aseguran que los pedófilos son una minoría en el seno de la Iglesia, nunca conoceremos los verdaderos números, tal vez lo sean, quizás sean una minoría, pero estamos viendo que sus encubridores son muchos más.
Lo cierto es que las inocentes víctimas sufrirán un daño emocional que les marcará de por vida. Ellos sí que conocieron la verdad de ese infierno por el que pasaron y que se llama Iglesia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Útima entrada

Nuestra lucha y la tuya

Gracias a los esfuerzos de la sociedad civil se ha avanzado hacia la igualdad LGBTI.  Las  recientes leyes que constituyen el matrimonio ent...

Lo más leído