miércoles, 29 de agosto de 2018

Exigir cuando se ofrece



Hay un sistema de alteración del precio final de cada carrera que consiste en un sofisticado y sutil aparato electrónico que aumenta la velocidad del taxímetro al accionarse un dispositivo mecánico que, a su vez, envía distintos impulsos electrónicos con capacidad para modificar y alterar el display del taxímetro del frontal del vehículo. Así, el taxímetro se altera de manera exponencial según el número de impulsos provocados por la mano del propio taxista.
Este sistema consiste en situar un medio mecánico, tipo interruptor, en las inmediaciones de la palanca de cambios para que el cliente no pueda verlo, accionándose en el momento de situar la mano sobre la palanca de cambio.
Arrancado el taxi, y con la mano en la palanca de cambio, puede activarse el botón. Éste manda un impulso a una tarjeta electrónica que actúa a modo de tapa de potencia que lanza los impulsos electrónicos a través de un complejo sistema de cableado escondido entre la palanca de cambios y el salpicadero del taxi. Estos impulsos electrónicos tienen a su vez la capacidad de alterar el precio final del trayecto, y así se realiza el cobro fraudulento al cliente.
Esto se ha descubierto una vez que la policía, tras varias denuncias por cobro de cantidades desorbitadas, ha localizado un primer taxi que corroborada la existencia del artilugio, la policía hizo entonces una comprobación in situ del sistema. Luego se llevó el vehículo a una estación de ITV para verificar el resultado. Allí, y con el taxi en un banco de pruebas, se hizo una comprobación especial para certificar la posible manipulación, y efectivamente se corroboró la posibilidad de manipular los valores de kilómetros y horario en el taxímetro en unos valores de 1.400 por ciento y 3.200 por ciento, respectivamente, al accionarse. Ha sucedido en Sevilla. Pero se sospecha que puede haberse extendido por otras ciudades del país.
El precio de la tarjeta electrónica oscilaba entre 20 y 30 euros. Se han localizado también algunos establecimientos y webs donde se podían adquirir.
Es verdad que no se trata de un fraude masivo, sino de un reducido colectivo que ha actuado contra los clientes, cobrándoles en demasía, y contra la profesionalidad que se le presupone a la inmensa mayoría de los taxistas. Pero dada la tremenda tensión que últimamente se ha generado en torno al taxi y las VTC, con la reivindicación de los taxistas para que se cumpla la norma y se conceda como máximo una licencia de vehículo con conductor privado por cada 30 licencias de taxi, deberían también velar por su buena imagen y hacer cumplir a esos ladrones que hay entre ellos con la normativa de transparencia y buen servicio hacia los clientes. Porque para pedir, primero hay que dar.

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