jueves, 23 de agosto de 2018

Un sistema educativo fallido


Hasta ahora los delitos más habituales eran los menos graves, como delitos contra la propiedad, pero la variedad de delitos está aumentando y cada vez es más numerosa; lesiones, tráfico de drogas, vandalismo o violencia doméstica. Pero la principal preocupación son los delitos violentos porque están aumentando en un contexto de descenso de otros delitos. Hay que sumar, evidentemente, los casos donde se ejerce violencia pero que no son denunciados y por consiguiente no conllevan denuncia. Esta realidad hace que la preocupación sobre la violencia no sea exclusiva de la policía y los jueces, sino que es una preocupación compartida por educadores, psicólogos y padres además de por toda la sociedad en general. Hoy día los casos más habituales en la Justicia Juvenil son los relacionados con la violencia en el seno de la familia, especialmente la violencia que ejercen los hijos sobre los padres. Otro fenómeno que va en aumento es el de las peleas y altercados entre bandas latinas y grupos de jóvenes en entornos de ocio. Los delitos de extrema gravedad como homicidios, asesinatos, agresiones sexuales y violencia de género tienen también un avance progresivo elevado.
Desde el año 2007 existe un crecimiento significativo de los casos que llegan a la Justicia por delitos relacionados con la violencia de género. Y no olvidemos el acoso escolar -bullying- que se aborda dentro de la comunidad educativa, este es un problema complejo y produce mucho malestar y penosas dificultades a todo el colectivo escolar, las familias y, por supuesto, las víctimas. También preocupan mucho las aberraciones relacionadas con los ciberdelitos o el grooming, práctica de acoso y abuso sexual contra niños y jóvenes que, en la mayoría de los casos, sucede a través de las redes sociales.
Ante un problema tan complejo, como es el de mejorar el sistema de educación y la formación de los niños desde los primeros años de escolarización, es imprescindible la participación de todo el conjunto de la sociedad. Son necesarias iniciativas que ofrezcan alternativas al modelo educacional actual, a todas luces ineficaz.
Los valores humanos deben inspirar e impulsar la enseñanza en todos los centros educativos. Debemos buscar, por encima de todo, que los alumnos sean personas proyectadas hacia el bien individual y colectivo.
La violencia juvenil, la mayoría de las veces vinculada al consumo de alcohol y otras drogas en fiestas y lugares de ocio, es un fracaso de la sociedad en su conjunto. Y en particular del sistema educativo. Y más concretamente de una mala planificación del Estado que debería ser garante del bienestar de su pueblo, principalmente de los más jóvenes.

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