lunes, 6 de agosto de 2018

Una historia real


Hace unas semanas me encontré con unos amigos, se trata de un matrimonio que ha sufrido los rigores de la crisis de manera debastadora. Han perdido sus trabajos, sus ahorros, su casa, han tenido que vender su coche y ahora viven en una casa prestada por un familiar; pero sin suministros, ni agua, ni luz, ni gas.
Lógicamente, me comentaron que habían acudido a los servicios sociales de su localidad; primero y fundamentalmente, como es natural, para informarse de los planes de apoyo y solicitar una ayuda, y segundo, porque acababan de tener una oferta de trabajo, temporal, pero medianamente aceptable y para ambos. Y aquí comienza lo surrealista, en los servicios sociales les plantean una disyuntiva: elegir entre los abono transportes, necesarios para poder optar a la oferta o el bono de alimentos,  imprescindible, pues carecen de cualquier ingreso o ayuda para subsistir. Las dos opciones a la vez ni se contemplan. Es absurdo. ¿Así es como pretenden sacar de la exclusión a una familia? La propia trabajadora social, me comenta mi amigo, les aconseja que se decanten por el bono de alimentos, porque evidentemente comer es esencial y forzoso.
Son derivados a Caritas para ver si allí les pueden ayudar con los alimentos mientras los servicios sociales del ayuntamiento se encargan del transporte para el trabajo. La solución de esta organización es ofrecerles un paquete de urgencia consistente en unos paquetes de legumbres y arroz, un paquete de galletas y seis tetrabriks de leche. Naturalmente sin suministro de gas para elaborar los alimentos esta solución no les aporta ningún beneficio. Solicitan una bombona de gas butano para poder cocinar, pero, el ayuntamiento sigue con la misma política de ayuda, abono transportes, bono de alimentos o suministros. Sólo una opción. Caritas sencillamente no les da otra explicación que "esto es lo que hay".
Sin otra elección posible declinan la oferta de trabajo y aceptan el bono de alimentos mientras les tramitan una ayuda con la Comunidad de Madrid que puede tardar en ser concedida hasta seis meses.
Ahora han comenzado a percibir dicha ayuda, pasados esos seis meses sin más ayuda que el bono de alimentos mensual por un valor de 130 euros. Por fin han dejado esa nutrición deficiente a base de bocadillos y comida preparada que calentaban en una fogata improvisada con cuatro palos en el patio trasero de la vivienda sin medios básicos.
Hoy, con más de 50 años, con 526 euros que les ha concedido la CAM, y con la vida truncada por una crisis que unos descerebrados gobernantes no han tenido que sufrir, tienen que empezar de nuevo, a contra reloj, con muchas ganas, pero con muy pocos recursos para ello.
¿Existe de verdad el Estado de Bienestar en España? Ante esta historia que he conocido por boca de sus propios protagonistas, y que en buena media no es la única, ni tal vez la peor, creo que no.
España es un país cuya administración está colmada de ladrones desalmados, con élites poderosas que viven en otra esfera y gente muy necesitada que está sola, desamparada y olvidada.
El Gobierno debería mirar hacia este lado de la realidad y atajar este severo problema antes de que más personas sigan cayendo en él. Eso hacen las sociedades avanzadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Útima entrada

Nuestra lucha y la tuya

Gracias a los esfuerzos de la sociedad civil se ha avanzado hacia la igualdad LGBTI.  Las  recientes leyes que constituyen el matrimonio ent...

Lo más leído