martes, 28 de agosto de 2018

Theodore McCarrick: abuso de menores y seminaristas


McCarrick, de 88 años, dirigió las comunidades católicas en Metuchen, NJ y Newark, NJ antes de ser nombrado arzobispo de Washington por el Papa Juan Pablo II en 2000. Más allá de su retiro en 2006, fue un influyente asesor de papas y presidentes. Es decir, abusó de seminaristas, lo encubrieron y lo premiaron, fue nombrado cardenal.
Entre los años 1994 y 2008, los obispos estadounidenses, el representante del papa en Washington y hasta el entonces papa Benedicto XVI recibieron varios informes sobre las transgresiones de McCarrick con seminaristas. Dos diócesis en Nueva Jersey pagaron acuerdos extrajudiciales, por supuesto en secreto, a dos hombres por acusaciones contra este individuo. Esto ocurre además mientras el propio McCarrick desempeñaba un papel importante en la promoción de la nueva política de tolerancia cero de la Iglesia en contra del abuso infantil. Todo muy irónico.
Muchas diócesis estadounidenses tienen sus propias políticas sobre el acoso sexual. Pero no hay políticas generalizadas en la Iglesia católica para atender el acoso sexual, y no existen tampoco procedimientos estandarizados para informar sobre conductas sexuales incorrectas por parte del propio obispo local.
El Estatuto para la Protección de Niños y Jóvenes, elaborado por los obispos de Estados Unidos no incluye a víctimas de más de 18 años. Tampoco contiene procedimientos para responsabilizar a los abusadores más allá de una corrección fraternal por parte de los otros obispos. McCarrick ayudó a redactar el borrador del estatuto.
Parece un ajuste de cuentas sin precedentes en la historia de la Curia vaticana, el ex nuncio en Washington Carlo María Viganò acusa directamente a los tres últimos secretarios de Estado del encubrimiento de los abusos sexuales sobre seminaristas del ex cardenal Theodore McCarrick. Viganò también afirma haber denunciado personalmente al Papa estos abusos del cardenal McCarrick y le acusa de no haberle cesado inmediatamente, debiendo ser el primero en dimitir para dar ejemplo a los cardenales y obispos que han encubierto los abusos de McCarrick.

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