jueves, 11 de junio de 2020

Lo que el viento se llevó no tiene por qué volver



Debemos contemplar el arte por encima de sus sospechosas o incluso repulsivas fuentes ideológicas, siempre que no sea mera propaganda vacía, evidentemente. Aunque eso ya no sería arte en sí mismo. Hay cualidades que pueden extraerse de toda obra y que no obstaculizan el buen arte. El fascismo es una excepción. Por ejemplo, las películas alemanas que se produjeron durante el Tercer Reich son en su mayor parte mediocres y  superficiales, al igual que las franquistas, como "Raza", "Sin novedad en el Alcazar" o "El santuario no se rinde". Son obras de propaganda fascista y nacionalista. Sin embargo, las películas bélicas japonesas, son mucho mejores. Aunque tenían que avalar la ruda política del momento, algunas son excelentes, como "Five scouts" o "Mud and soldiers", ambas dirigidas por Tomotaka Tasaka. Y es que no se centran en la gloria militar, sino en las duras vidas de los hombres en combate. El énfasis no recae en las hazañas heroicas sino en el autosacrificio. En ellas, el racismo no contamina las escenas. Nunca se ve propiamente al enemigo. El tema no es la perversidad del adversario, sino la belleza del sacrificio propio.

Por eso, antes de vetar películas como "Lo que el viento se llevó", es neceario observar otras características, a parte del momento en que estas obras fueron realizadas. Porque incluso en los casos en los que aparecen estereotipos raciales, el arte no puede descartarse. Wagner era antisemita, sus escritos así lo demuestran. Pensaba que los judíos corrompían la cultura alemana, pero trabajó en sus óperas con músicos judíos. Y quizás por ese mismo racismo, Wagner creó algunos de sus personajes dramáticos más complejos, ricos y enigmáticos, así como parte de la música más evocadora, iconoclasta y bella. 

Los poemas más controvertidos de T. S. Eliot denotan antisemitismo, es innegable. Pero, también es cierto que, los momentos más desagradables de Eliot aparecen en los versos de su muy buena poesía. Por ello podemos maravillarnos de esta poesía sin suscribir su punto de vista ni su antisemitismo. 

Resumiendo, no hay un estilo artístico bueno o malo en el sentido de moralidad, solo hay versiones degradadas de estilos estéticos o puros, puestos al servicio de propósitos deplorables. A veces estos hechos pueden ser descontaminados o vistos con la perspectiva del tiempo, otras no sucede lo mismo, pues las obras de arte están demasiado contaminadas. No podemos erradicar al Bleistein de Eliot o el kkk de Griffith, está claro que seguirán contaminando a las obras maestras que los contienen. Pero deberíamos seguir conservándolas, no solo por sus cualidades artísticas, sino también para aleccionar nuestra conciencia de que el genio puede ser absolutamente compatible con algunas de las peores ideas. Todo forma parte de la Historia Universal, las cosas más horribles y las más hermosas. Pero es necesaria una buena educación, sana y abierta para entenderlas en su contexto y avanzar siempre en el buen camino.



3 comentarios:

  1. Inteligente y abierta reflexión, ojalá esas mentes conservadoras poseyeran ideas tan tolerantes y avanzadas. Enhorabuena por tu acertado artículo. Un saludo, amigo mío.

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    1. Esas mentes conservadoras ni conocen ni desean conercer la tolerancia, y bueno, creo que está claro que más que avanzar estas mentes rancias retroceden.

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  2. Está claro que el arte no tiene la exclusiva de la verdad. Pero si es una mentira que nos hace ver la verdad, al menos esa que nos es dado comprender. Estoy totalmente de acuerdo con lo que expones. Muy interesante exposición.

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